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De la sedienta necesidad de escribir

Parece que si uno no escribe, no construye ni se realiza. El compromiso con la tinta tiene ese feeling para quienes somos escritores que solemos escribir a diario. No escribir se nos ofrece una especie de semimuerte, un sinvivir, un dilapidar la vida en cosas futiles y/o menores; además acusamos un fortísimo síndrome de abstinencia, que yo atenúo recogiendo en mi grabadora de mano mis soliloquios, con lo que al menos logro evitar preciosas fugas de pensamientos y/u ocurrencias que luego puedo emplear. Mas no es lo mismo, y siempre me queda su ácido resquemor.

Obsérvese que califico a dicha necesidad de escribir de sedienta, y que ello eleva el ejercicio de la escritura a la categoría de «primera necesidad», en tanto la entiendo tan vital como el propio respirar; no sé si ello es algo que solamente nos sucede a los escritores de primera, pero, ciertamente, en cuanto pasan más horas de la cuenta sin escribir, comienzan a cobrar vida en mí fenómenos somáticos, tal y como la invasión de un molesto hormigueo por todo el cuerpo, un chirriar de las muelas o un colapso mental, en tanto no puedo darle salida a cuanto bulle en mi tan entregado cerebro. El estómago me pesa, la rabia me puebla y difícilmente logro conciliar el sueño. ¡Hasta considero el suicidio! Y basta con sentarme en mi escritorio y comenzar a teclear las grafías para que todo ello se me pase, se disuelva y desaparezca de mi faz como por arte de magia.

¡Es terrible!

Vampiro de la tinta, me mata su vacío; y tampoco logro reflejarme en los espejos, en tanto la imagen que despiden me es del todo esperpéntica, corrugada o subyugante. Del mismo modo, no soporto la luz porque no puedo fotosintetizarla y los ajos me saben a rayos. Y si temo a La Cruz entonces es porque no puedo elevarle mis oraciones, y ya se sabe que a quien no habla no le oye Dios.

¡Socorro!

Cuando escribo, soy el Conde Drácula; se lo puedo asegurar, y sé reptar, ganarme la atención de las mientes de mis semejantes y robarles el corazón. Puedo atravesar las paredes, volar y brincar por los aires, ir de la Ceca a La Meca en un santiamén, y, si procede, sesgarle la yugular de un tajo a un Primer Ministro o al Papa. Soy Drácula, el Príncipe de Las Tinieblas, el Señor de La Noche; y mi canción encandila a todas las bestias. ¡Ay de usted, si me lee!

¿Qué tendrá escribir que me colma tanto?

¡Mentira y mil veces mentira el cuento de que los escritores vivimos fuera de la realidad! ¡Ya quisiéramos! Cuando ocurre tal cosa es justo cuando no escribimos. De manera que escribir es para mí supervivencia pura, dura y cruda. ¡Maldito y a la par bendito el día que en la escuela me enseñaron a contraer esta enfermedad, este veneno, y este tan valiosísimo remedio que de tantos brillos ilumina mi de lo más fascinada existencia! ¡Un gran hurra por Mis Maestros y otro por mis mentores!

¡Soy Supermán; y el tintero vacío, mi kriptonita!

¡Ay de ti, Metrópolis!

¡Ay, Gotham City!

Doy gracias infinitas por haber sabido aprender a escribir tan poética y cuidadosamente como sé. Gracias infinitas por haber aprendido a expresarme. La escritura es la mayor lente de que dispone el Ser Humano y las palabras sus más poderosos fotones.

¡Soy Panoramix; y la tinta, mi Poción Mágica!

¡Ay de vosotros, romanos!

Y a ti, Luis Brenia, hay que echarte de comer aparte, que para eso caíste de pequeño en una marmita.

Sed que me cura,
necesidad que satisfago,
todo mi ser brilla
cuando escribo a destajo.

De la narrativa de la panificación salté a la de la tinta y, lo cierto, es que bien digo que tan bonito es enero como febrero. Si sumamente artística es una disciplina, la otra no la envidia; y viceversa. Con lo cual me encuentro de lo más pagado. ¡Vengan folios en blanco, vengan cascadas y torrentes de tinta!

Yo soy el sacerdote y ésta es mi misa.

Consagro el pan que magistralmente me hago, consagro la tinta que duchamente venzo y, por consagrar, consagro los milagros del Verbo.

¡Soy el Súper Hombre de Nietzsche!

¡Soy Zaratustra!

¡Soy Elon Musk!

¡Soy Neuralink Corporation!

¡Soy NeuraMatrix!

¡Mucho cuidado con las carteras!

COMUNICADO ESPECIAL

Queridos y queridas fans y público en general:
¡No se pueden ni imaginar la dicha que me produce lanzar este tan anhelado anuncio!
Por la presente se hace saber que estreno web propia:
www.luisbrenia.com
Les deseo un grato y edificante paseo por la misma.
Lo que se publica en este día para general conocimiento y cumplimiento.

El novelista:
Luis Brenia

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