Licenciado en Filosofía y docente de esa disciplina académica desde muy joven y durante más de una década, Paco Santos afirma que tuvo que liberarse del lenguaje filosófico para abrazar el lenguaje literario.
Autor de Historias del País de Cerca y de Lejos (Premio de la Diputación de Badajoz, 2012) L´amour, la merde (2014) y Confidencias de un apestado (Ganador de la Primera Edición del Premio de Narrativa Breve Dolores Campos-Herrero, 2016), reeditado en 2019, el escritor nos deleita ahora con El mérito de ser detective y no fumar (Editorial SG, 2021), una desternillante novela con tintes detectivescos que gira en torno al tabaco y en la que el lector encontrará al Paco Santos más brillante. Su ingenio consigue hilvanar una historia en la que, además del famoso empresario Jaime Partagás, están implicados el mismísimo Francisco de Goya y la Duquesa de Alba.
Paco Santos también colabora en la revista Lenguas de Fuego con su columna El camino de los libros amarillos.
Pero empecemos por el principio:
GV: ¿Te costó cambiar el chip de orador filosófico a escritor?
PS: Sí. Mi primer amor fue la literatura y después la filosofía. Cuando decidí estudiar Filosofía, me metí de cabeza en la materia y fui una esponja. Los filósofos me enseñaron la importancia de reflexionar sobre el lenguaje, y su poder. Pero el lenguaje filosófico, pese a que pueda resultar hermoso, no es lenguaje literario, ya que persigue la definición de algo ajeno a sí mismo (la verdad, el bien, «Dios» …), maneja conceptos y construye sistemas con ellos. El lenguaje literario es simbólico, ajeno a la sistematización filosófica. Así que intenté purgarme a través de la poesía, a la que siempre he reconocido como la apoteosis del lenguaje. Debo confesar que soy un poeta frustrado, pero la lectura de la poesía me ayudó.
GV: Te confiesas un firme defensor de la escritura a mano. Has explicado muchas veces las bondades de este hábito. Cuando tienes que transcribir todo lo que has manuscrito ¿cambias párrafos o frases que deseas mejorar sobre la marcha o eres fiel a todo lo que has escrito a pulso?
PC: Sí. Tal como yo lo veo, escribir a mano es fundamental. Considero que el escritor es mucho más consciente del proceso si escribe de puño y letra lo que está narrando. En cuanto a la transcripción, soy incapaz de leerme sin corregirme. Nunca he querido decir que la escritura a mano permita un texto pulcro y sin impurezas. Corrijo muchísimo. Corregir equivale para mí a tachar, a una poda, así que, en el mismo acto de transcribir el manuscrito, elimino y modifico cosas.
GV: Te gustan los clásicos y sueles decir que se mantienen actuales: Cervantes, Quevedo, Pío Baroja, Valle-Inclán, Galdós… ¿Cuáles de esos autores han dejado una mayor huella en ti desde el punto de vista de la manera de escribir?
PS: Todos han dejado su impronta. Si tuviera que elegir, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha es la mejor novela que se ha escrito. Yo creo que es incluso demasiado moderna para hoy en día. Creo que El Quijote fue «algo que le pasó a Cervantes». Tal vez fue abducido por extraterrestres y regresó con esa novela bajo el brazo (bromea).
GV: Tus libros son «alumbramientos de un embarazo casi espontáneo» y siempre dices que pares sin dolor. ¿Cuánto puede durar un embarazo y un parto de Paco Santos?
PS: (Risas). No sé exactamente el tiempo (se detiene un segundo mientras parece contar el tiempo por libretas). En el caso de El mérito de ser detective y no fumar fueron unos cuatro meses y después todo el proceso de corrección; casi tres años hasta su publicación.
GV: Sé que te quitas mérito cuando hablamos de ello, pero son dos novelas presentadas a concursos y dos premios. Eso es todo un pleno. ¿Qué ha supuesto para ti?
PS: No es que me quite mérito. Simplemente le doy el mérito que tiene. Los resultados son prácticos. El premio es una forma de refrendar tu trabajo y, además del incentivo económico, cuando lo hay, también nos sirve para alimentar el ego que todos tenemos. Pero hay que relativizarlo. Siempre es muy agradable que te premien y, de hecho, en mi juventud gané muchísimos premios, tantos, que cometí el error de comenzar a escribir pensando en la manera de ganarlos y, aunque no lo creas, llegas a desarrollar un sexto sentido para saber qué fórmulas funcionan y cuáles no. Pero eso es un error que no recomiendo. Se debe escribir con la obra como finalidad en sí misma, no para ganar un premio. Si luego se gana, pues mejor.
GV: En tus novelas sueles decir que todo lo que escribes lo escriben contigo tus padres, Cristina y José. ¿Han tenido ellos un papel relevante en tu afición por las letras?
PS: Siempre digo que tengo mucha suerte porque mis padres nos inculcaron el amor por la cultura en todas sus formas. Uno no sale de la nada. Gran parte de lo que soy se lo debo a ellos. Por eso digo que ellos escriben conmigo. Además, siempre han estado detrás, pendientes.
GV: El mérito de ser detective y no fumar comienza con una hilarante escena en la consulta de un cardiólogo, más propia de una obra de teatro que de una novela de detectives. ¿Te gusta sumergir al lector en lo absurdo, en lo surrealista?
PS: Me gusta, pero no es surrealismo, es realismo. O si se prefiere, la realidad es surrealista. Es posible que existan fórmulas que funcionen comercialmente, como «realismo mágico», «surrealismo» … Pero yo creo que son vacías (en el caso del surrealismo, me refiere al uso genérico que se le da hoy en día, no al manifiesto de Breton). La realidad también es mágica, y la realidad es absurda (en el sentido de que trasgrede la lógica ordinaria). Yo escribo desde esa realidad. La escena a la que aludes es una escena normal de cualquier consulta médica. Lo que ocurre es que, desde la inmediatez, tal vez no se vea tan claramente, pero esas cosas pasan. Yo solo las cuento con mi estilo.
GV: La escena del sueño de León Hormiga con el Sagrado Corazón es escalofriante, sin dejar de resultar terriblemente cómica. ¿Cómo se te ocurren esas imágenes y cómo te las ingenias para combinar lo terrorífico o lo dramático con lo cómico?
PS: Será porque estoy perturbado. (Su espontánea respuesta nos arranca a ambos una carcajada. Paco se recompone y continúa). No es algo premeditado. Me sale así. Tiendo a lo esperpéntico de manera natural, pero no es algo en lo que piense ni que haga de manera consciente. Sale, sin más. Quedo preñado y alumbro. Es así.
GV: ¿Podríamos considerar El mérito de ser detective y no fumar una apología del tabaquismo?
PS: No. Y me alegra que me hagas esa pregunta por si alguien tuviera reservas. Si analizas el título, verás que esa posibilidad se desvanece, ya que se considera un mérito el no fumar. Partiendo de que fumar es poco recomendable para la salud (no soy yo quién para promover ese hábito ni para criticarlo, ni le corresponde eso a ninguna obra literaria). Quiero que conste que la novela, aun girando en torno al mundo del tabaco, no es una apología de ese hábito. Mi novela reivindica una sola cosa: los libros, el amor a los libros.
GV: Hay un respeto por todo lo que envuelve al hábito de fumar casi exquisito en la novela. Los rituales que rodean el mundo del tabaco son, en algunos casos sorprendentes. ¿Qué despertó tu curiosidad por este mundo?
PS: Mi curiosidad es en torno a los ritos. Cualquier ritual despierta mi interés. De la antropología (carrera que comencé y abandoné muy pronto) me atrae precisamente eso. Los rituales otorgan un valor extra a las acciones. Por ejemplo, en una charla, el fumador establece las pautas, raramente se solapa con su interlocutor, sus gestos te muestran cuándo hablar y cuándo callar. El fumador es un gran conversador, sabe escuchar. Todo este tipo de cosas son las que se incorporan a la novela en tanto que rituales en torno al tabaco.
GV: ¿Cuáles son las características de un lector de tabaquería?
PS: Cuando descubrí la figura del lector de tabaquería quedé fascinado. Me pareció una imagen poderosa la de los torcedores de tabaco entretenidos por esa lectura en voz alta que les distraía de su rutina a la vez que les aportaba una formación cultural superior a la de otros trabajadores del mismo estrato social. Era casi como un club (con conciencia de clase) de lectura para quienes, de otro modo, hubieran tenido poco acceso a ella.
GV: La novela está llena de hechos históricos súper interesantes: ¿Es verdad que Víctor Hugo escribió una carta a Jaime Partagás para agradecerle que se leyeran sus libros en su fábrica? ¿Cómo ha sido el trabajo de documentación?
PS: Sí. Ese hecho es cierto. Como todos los que se mencionan a pie de página. La documentación fue muy enriquecedora, porque yo no sabía tanto sobre el mundo del tabaco. Las notas a pie de página constatan la veracidad de muchos acontecimientos a los que se alude en la novela, y creo que se integran bien en la obra, sin entorpecer la lectura.
GV: Otro de las anécdotas impactantes tiene que ver con Napoleón y los hotentotes. ¿En qué momento decidiste introducir este hecho que parece casi casual?
PS: (Risas). Sí, lo de los hotentotes es real y es un ritual impactante. Es un pasaje que llama mucho la atención a todo el que lo lee. Me pareció que merecía ser incluido.
GV: La trama está tan bien entrelazada que a uno le cuesta discernir lo verdaderamente documentado de lo que inventa el escritor. ¿Estás satisfecho con el resultado?
PS: Sí. Por eso te hablaba de la importancia de las notas a pie de página. Borges se permitía borrar la frontera entre ficción y realidad, pero no me atrevo a tanto: lo que se expone a pie de página es real. En un principio me pareció que tal vez el tener que recurrir con frecuencia a las anotaciones podría resultar tedioso para el lector, pero las anécdotas son tan ricas (la anécdota de Virginia Woolf, por ejemplo). Las anotaciones, además, son un guiño, un juego metaliterario con el lector, pues pueden interpretarse como digresiones de Narcís, ese personaje tan importante en la novela.
GV: León Hormiga es un personaje apocado, enfermo y que se deja hacer en casi todas las escenas, sin embargo, es el hilo conductor para que otros personajes, como Narcís, Conrado o el propio Rodrigo se luzcan y brillen en la trama. Tus protagonistas (como Lucio en Confidencias de un apestado) tienen un cierto halo de perdedores, y los antagonistas suelen resultar despreciables desde el comienzo ¿Te encuentras cómodo creándolos así?
PS: Sí. Surgen así. Ya te digo que es un parto espontáneo. No quiero quitarme la responsabilidad que me corresponde al haberlos creado así, pero no es premeditado. En cualquier caso, no me parece que Lucio sea un perdedor. Creo que es un personaje que intenta cumplir con sus principios. León Hormiga, sin embargo, sí que lo es. Tal vez mis personajes tengan algo de mí, aunque, si tuviera que elegir, prefiero reconocerme en Narcís que en León Hormiga.
GV: Una curiosidad: ¿mojas el dedo en la leche para comprobar si está caliente?
PS: No. (Cruzamos una mirada cómplice). No. (Risas).
GV: ¿De dónde surge la imagen de un librero desnudo al que le cuesta desprenderse de sus libros?
PS: Viene con la historia, forma parte de ella. Narcís es un personaje con vida propia, independiente. Después de cinco años en la Facultad de Filosofía (un hábitat de seres fantásticos) nada me resulta chocante. La desnudez de Narcís viene a reflejar su fundición con la librería. Es como si fuera un ente único. Narcís tiene el deseo de fundirse materialmente con sus libros.
GV: Humo Sapiens y Cantos Fúmebres: dos libros que piensa escribir el propio Narcís. ¿Te gusta jugar con las palabras?
PS: Para esas cosas (boberías) tengo facilidad. Son juegos sencillos. Casi salen solos y me parecen graciosos.
GV: La novela cuenta muchísimas cosas sin que en ningún momento el lector tenga la sensación de estar recibiendo una clase de historia. Es algo sublime que puedas enseñar tanto a través de una trama en la que no se te puede tomar en serio. ¿Cómo te las ingenias para combinar el humor y hechos tan oscuros como el asesinato?
PS: Muchas gracias. Siempre digo que los escritores somos unos mentirosos, en el sentido de embaucadores. Ya te dije que hay un trabajo de documentación detrás. No soy ningún experto en tabaco. Ni siquiera fumo. Pero es importante entender que, en literatura, la historia está al servicio de la novela y no al revés. Una cosa es ser escritor de novela histórica y otra muy distinta ser un historiador. Yo utilizo el material histórico para para escribir la novela, pero lo importante es la novela en sí. La historia que se cuenta y cómo se cuenta.
GV: Conrado, un personaje de la novela, le dice a León Hormiga: «Cuando fumas tabaco el tabaco también te fuma a ti». Eso es Nietzsche en estado puro. Esta pregunta puede resultar un tanto extraña, pero ¿crees que el tabaco elige al fumador?
PS: Sí lo creo, y yo soy un ejemplo. Nunca me vi «autorizado» por la pipa a fumar en ella, aunque lo anhelara (salvo un período tardío y fugaz de mi vida). Del mismo modo, también creo que los libros eligen al lector.
GV: El libro está muy bien maquetado con fotografías del proceso de la elaboración de los habanos y de personajes importantes. Editorial SG ha hecho un buen trabajo. ¿Ha sido duro?
PS: Estoy muy agradecido a la editorial. Y para mí, lejos de resultar duro, ha sido muy divertido. El grafismo del libro es mérito de la editorial, no estaba planeado en un principio (si bien todas las decisiones han sido consensuadas).
GV: ¿Y la portada? ¿De dónde sale la idea de combinar el gris y el amarillo?
PS: Yo recordaba una edición ochentera de una novela de Raymond Chandler, El simple arte de matar. En cuanto a la imagen, después de renunciar a mi idea inicial, y de barajar otras opciones, la editorial me propuso la imagen que ahora forma parte de la portada y me dije ¡esta es! Creo que hace justicia al libro.
GV: Después de este gran alumbramiento ¿qué prepara Paco Santos?
PS: Pues siempre estoy pariendo cosas y tengo el cajón lleno de manuscritos que esperan ser pulidos. Ahora mismo escribo una novela que gira, precisamente, en torno a la gestación (biológica) y el parto. Y hasta ahí puedo contar.
GV: Eres muy activo en Instagram e intentas no perderte charlas y directos de otros escritores ¿Qué has descubierto en este último año entre tanta pluma activa?
PS: Te he descubierto a ti (dice con una sincera sonrisa que me saca los colores). Y a muchos escritores y lectores también. Instagram (con el resto de las redes sociales) es una gran ventana que te da la oportunidad de hacerte visible, aunque no me gustaría dar la sensación de que uno intenta venderse en todo momento. A veces tengo la impresión de que se piensa que, si promocionas a otro o te interesas por el trabajo de otro, estás perdiendo la oportunidad de promocionarte a ti mismo y eso no debería ser así. Esto es una comunidad muy grande donde hay mucha gente que merece ser leída. Pero tengo que confesar que a veces es agotador, sobre todo si eres un carcamal de la vieja escuela, como yo, empeñado en responder uno por uno, como dicta la buena educación, a todos los comentarios.
GV: Un deseo, un proyecto y un motivo para leer El mérito de ser detective y no fumar
PS: Mi mayor deseo como escritor es merecer que me relean. Creo que el hecho de que alguien relea un libro tuyo es lo mejor que puede pasarte como escritor. ¿Mi proyecto? Guardo manuscritos de una novela juvenil de fantasmas, de una novela negra, de una novela que versa sobre el sentido del placer y sobre el erotismo, una colección de microrrelatos, más el manuscrito en el que trabajo actualmente. ¿Un motivo para leer El mérito de ser detective y no fumar? Que es, ante todo, una declaración de amor a los libros.
Al terminar la entrevista no escatimo en elogios para Paco. Creo que con El mérito de ser detective y no fumar ha logrado crear su fórmula personal: la mezcla perfecta entre realidad y ficción contada de una manera en la que solo Santos puede hacerlo, con esa socarronería y ese tremendo sentido del humor que nos mantiene pegados a la lectura con una eterna sonrisa en los labios.
Nos despedimos con un abrazo virtual que reduce la enorme distancia física que nos separa y, paradójicamente, en ese momento no puedo sentirme más cerca de un compañero de letras que merece el mejor de los éxitos.
Ese es mi deseo.
Entrevistar a Paco ha sido un enorme placer. Es una biblioteca andante con un gran sentido del humor y una particular forma de entender la literatura. Su libro, «El mérito de ser detective y no fumar» es una oda a las letras, al amor por los libros. Es una novela para leer y para releer.
El placer ha sido mío, Germán. Gracias por convertir la entrevista en una charla entre amigos, y gracias a Pablo de Lenguas de Fuego por propiciarla.
El placer ha sido mío, Germán. Gracias por convertir la entrevista en una charla entre amigos, y gracias a Pablo de Lenguas de Fuego por propiciarla.