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Lo incondicional y otros demonios

Quédate conmigo, quédate conmigo, quédate conmigo… – Mi cabeza no dejaba de girar entorno a la única idea que me acosaba, el terror a la soledad.

El concepto no era acertado. Posiblemente la educación en el encajar por lo socialmente correcto, la idea de familia inculcada por las religiones, la cultura tradicional local, hayan hecho de muchos, personas centradas en no decepcionar más que en ser libre.

Realmente, qué es para uno necesario, ¿salud, dinero y amor?

¿Se puede necesitar el amor para vivir, y si lo tienes, no produce presión esa necesidad que no depende exclusivamente de ti? Y, esa ansiedad que produce, ¿te permite respirar tranquilo y libre sin condiciones?, ¿es el amor algo incondicional?

El amor de tu sangre, el de tu mascota, a tu vocación, a tu pareja… ¿Todo está o no condicionado?, ¿y en base a qué decides o piensas que es así?, ¿acaso es que puede cortarse todo por el mismo patrón?, ¿acaso todo es relativo o hay una casa franca donde todo se acepta, todo vale?

El ser humano, como ser social, condicionado por genética y cultura, está ligado a todo ello, y a su economía, y a su salud, y por supuesto a su lado emocional y racional. Por tanto, no sería incierto decir que existen muchos factores que condicionan el carácter social de cada cual en base a todos estos ítems.
Pero más allá de lo aprendido, generaciones a través de milenios, diríamos que puede una persona ir contra su naturaleza aprendida…

Creo que existen (con todos mis respetos) dos tipos de personas:

Las que elegidamente o no, viven en un cuento y, las que han elegido pisar tierra.

Probablemente, las primeras disfruten más del camino soñado con el maravilloso “fueron felices y comieron perdices”. Ofrecen todo de forma. Son personas que fluyen, dicen a todo un gran sí y exprimen felices cada minuto. Luego es más que probable que la realidad le dé de golpe un manotazo y caigan KO, en alguna ocasión.

Las segundas suelen ser personas de cerebros más racionales, menos ilusionistas, pero que, a pesar de no regalar incondicionalidades, miran más por la realidad de la vida. Normalmente presumen de libertad, de coherencia, tachados a veces de falta de escrúpulos, de carácter frío, de ser mas calculadores o reprimidos por el deber que no el deseo. Pero bajo mi experiencia, si te dan su confianza, puedes merecerla toda la vida.

Habría un último grupo que siendo del primero aspira a ser del segundo.

Volvemos a la permanencia, lo incondicional, el parasiempre. Realmente, ¿cualquiera de estas personas, del grupo que sea, quiere tener en su vida algo ideal o mejor algo real? Es maravilloso sentir apoyo incondicional, pero ¿eso es gratis? ¿es esa incondicionalidad segura y de verdad? ¿se puede vivir el día a día en la incertidumbre? ¿puede no pensarse en ella? ¿se puede ser feliz viviendo con ella?

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