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Los sueños

En la vida solo unos pocos sueños se cumplen;

la mayoría de los sueños se roncan.

ENRIQUE JARDIEL PONCELA, escritor y dramaturgo español.

Necesidad biológica, parte fundamental de la vida cotidiana, misterio para los científicos, fuente de inspiración para los artistas… Los sueños, alcanzables o no, han sido objeto de estudio e interpretación desde el comienzo de los tiempos.

       Según los expertos, la principal función del sueño es descansar y reparar el organismo para que pueda seguir cumpliendo sus funciones de manera óptima. Pero ¿qué ocurre mientras soñamos?

       Se sabe que hay dos tipos de sueños o, dicho de otra manera, que el periodo de sueño atraviesa dos fases, aunque hay clasificaciones que enumeran bastantes más: una fase de sueño ligero en la que se ralentizan las ondas cerebrales y disminuyen el pulso y la temperatura corporal, y otra en la que, pasada una hora y media aproximadamente, la presión arterial se vuelve irregular, lo mismo que el pulso y la respiración, los ojos se mueven bajo los párpados y el oído se alerta. Se dice entonces que estamos soñando. Es el llamado REM (Rapid Eyes Movement), en inglés o MOR (Movimiento Ocular Rápido) en español, y lo que ocurre durante este periodo es que el cerebro está tan activo como cuando estamos despiertos.

       Como curiosidad, diversos estudios han demostrado que cuando las personas son privadas del sueño REM no logran recordar lo que se les enseñó antes de irse a dormir, por lo que se le supone una relación directa con la fijación de la memoria.

       El cerebro es tan inteligente que envía señales a la médula espinal para que paralice los músculos de las extremidades con el fin de evitar que la persona se haga daño por moverse durante el sueño. El movimiento mientras se duerme, de hecho, se considera una alteración anormal de esta parálisis temporal, desde dar pataditas sin ton ni son hasta el sonambulismo. La persona no es consciente de lo que hace y sigue dormida mientras se mueve.

       Pero lo que te voy a contar ahora si puede parecerte terrorífico. ¿Te has parado a pensar qué ocurriría si sucediera lo contrario? Es decir, si despertaras y la parálisis del sueño continuara activa de manera que no pudieras moverte aun estando despierto. Pues, aunque parezca perturbador, es más común de lo que se cree. En verdad, cualquiera de nosotros que fuera privado del sueño durante bastante tiempo podría tener un episodio de parálisis del sueño. A mí me parece muy curioso. Tanto que lo incluí en dos de mis novelas, Verdades Cruzadas y Brillando en tu oscuridad. En una tercera, La sonrisa del mal, los sueños son muy relevantes, pero no precisamente porque se dé este fenómeno del que hablamos.

       Y es que no quiero quedarme solo en el hecho de que podamos despertarnos y seamos conscientes de que no somos capaces de movernos. Voy un poco más allá; me refiero a aquello de lo que me hablaron algunas personas cercanas a mí y en lo que me basé para describir determinadas escenas en mis libros: las alucinaciones.

       Por ejemplo, imagínate que te despiertas y, sin poder moverte, ves a una anciana vestida de negro sentada a los pies de tu cama, mirándote y apuntándote con un dedo acusador (Verdades Cruzadas), o imagínate que abres los ojos, eres consciente de que hablas con alguien que se confiesa un fantasma y no puedes reaccionar incluso si una persona real entra en la habitación y se acuesta a tu lado (Brillando en tu oscuridad).

       Dicen los expertos que uno de los síntomas más frecuentes durante un episodio de parálisis del sueño son las llamadas alucinaciones hipnagógicas; esto es, alucinaciones visuales, auditivas o del tacto. El doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño (IIS) asegura que, en realidad, estas alucinaciones son pseudoalucinaciones, ya que el paciente sabe que lo que percibe en ese momento no es real. Si pensaran que sí lo es, en la mayoría de los casos estaríamos hablando, según el doctor, de alguna patología como la esquizofrenia.

       No obstante, aquellas personas que me confiaron sus experiencias no están de acuerdo con la afirmación del doctor García-Borreguero, ya que interpretaron en todo momento —y lo siguen haciendo— como reales las experiencias vividas durante el periodo de parálisis del sueño y, desde luego, ningún psiquiatra les ha diagnosticado esquizofrenia. Puedo asegurártelo.

       ¿Y qué hay del significado de los sueños? Imagino que cuando pensamos en el significado onírico a todos nos viene un nombre a la mente: Sigmund Freud. Sin embargo, a pesar de que a partir de los desarrollos teóricos del psicoanálisis, los contenidos inconscientes de los sueños parecen tener una explicación, la interpretación de aquello que soñamos es una técnica milenaria.

       El primer testimonio que encontramos referente a la interpretación de los sueños data del 3.100 a. C. y se trata de los relatos del rey sumerio Gilgamesh, cuyos sueños se convirtieron en profecías que guiaron la vida del rey.

       Para los egipcios, los sueños suponían una conexión directa con el mundo espiritual. Curiosamente, utilizaban la palabra «resut» para referirse a ellos, una palabra que significaba precisamente «despertarse», representado en los jeroglíficos como un ojo abierto. Tal vez un despertar hacia lo oculto.

       Una leyenda griega cuenta que el dios Hypnos otorgó el sueño a los mortales tocándolos con una varita mágica. Su hijo Morfeo también enviaba el sueño a los mortales con advertencias y profecías. Para Aristóteles, los sueños bien podían ser provocados por hechos reales, por ejemplo, soñar con una enfermedad que en verdad se padece, o bien cumplirse si se insistía en ellos.

       Al igual que los egipcios y los griegos, los romanos pensaban que los sueños derivaban directamente de los dioses. Se dice que César ordenó que cualquiera que soñara con el Estado debería hacerlo público por ley. Como ves, los romanos se tomaban muy en serio lo que soñaban.

       Para los judíos, siendo monoteístas, los buenos sueños solo podían ser la voz del mismísimo Dios o de sus enviados. De hecho, muchos de los pasajes de la Biblia se expresan a través de sueños de los profetas. En el Testamento de Mateo, por ejemplo, un ángel avisa en sueños a José de las intenciones de Herodes y le ordena huir a Egipto. Por otro lado, los malos sueños son interpretados como obras de los malos espíritus.

       Tuve un sueño, dijo Martin Luther King en aquel famoso discurso del 28 de agosto de 1963. Él también soñaba y trabajaba duro por hacer realidad ese sueño. Pero la historia nos demuestra que algunos sueños, por bellos y posibles que nos parezcan, simplemente no se cumplen; al menos no con la urgencia que nos gustaría. Yo sueño con que tú compartas este artículo, los anteriores y los venideros, no para gloria de su autor, sino para divertimento y entretenimiento de los destinatarios. Yo esperaré que en un sueño me sea revelado el argumento para mi mejor novela Veremos que nos depara las próximas fases REM.

Germán Vega Contributor
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