Como saben, la memoria –el gran vehículo del viaje al centro de usted– fue amplio objeto de estudio durante los últimos siglos; y, según el modelo del filósofo y psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus, se consideraba que sus representaciones se sustentaban en imágenes, contaba con capacidad asociativa de distintos elementos y cierta simetría en su jerarquía. A su vez, Frederick Bartlett destacó el papel activo del sujeto recordante, y los roles que jugaban sus caprichosos esquemas; William James osó equiparar la memoria a un programa informático, y Donald Broadbent se atribuyó el primer modelo estructural de procesamiento. Por su parte, Endel Tulving acuñó el término de memoria semántica, y Larry Squire diferenció entre una memoria declarativa, otra episódica y una tercera procedimental.
Ha llovido muchísimo desde entonces, ya que, hoy en día (dada la relevancia del evento, me remito a la fecha del calendario), diecinueve de junio de dos mil doscientos ochenta y uno, la memoria humana apenas encierra ya secretos para la tecnología que hace tiempo venimos desarrollando en los Laboratorios MnemoNTech y que ahora nos permite ofrecer a nuestros clientes un viaje de facto al centro de sí mismos.
¡Como lo oyen!
¡Una experiencia de lo más personal y enriquecedora!
¡El encuentro o reencuentro con los recuerdos!
El secreto estriba en las posibilidades técnicas de nuestro neurocañón mnemotécnico, el cual, como si se tratase de las capas de una cebolla, y graduando los ángulos y la debida resolución, detecta cuantas entradas se registran cronológicamente en la memoria de la mente humana que se le pongan a tiro, así como las debidas asociaciones trabadas entre ellas, de manera que nos ofrece un actualizado mapa multidimensional, perfectamente identificable, que nadie resulta más indicado para interpretar que el propio usuario (y, generalmente, aunque no siempre, sus más allegados y su psicólogo).
La base de dicha neurotecnología se basa en el principio fundamental de que la memoria opera como una singular e irreprimible grabadora de datos y hechos, que, según su cariz, se registran fisiológicamente aquí o acullá, en éstas o esotras áreas de nuestro prodigioso cerebro, para yacer, al alcance de la mente, como si fuesen motas oníricas a menudo en letargo y otras, como eslabones, en suspenso o, también, y dependiendo del jaez de la remembranza, como si hubieren sido grabadas a hierro candente. Cada cerebro es único, así como cada mente, y, por ende, cada memoria.
Había muchísima demanda de autoconocimiento entre la ciudadanía madura, y Laboratorios MnemoNTech quisimos satisfacerla desde una perspectiva científica y tecnológica. El neurocañón mnemotécnico era el fruto de décadas de investigación, innovación y desarrollo; y, desde el mismo instante en que desembarcó en los mercados, se convirtió en un súper ventas, a pesar de su elevado precio. ¿Quién no anhelaba revivir sus recuerdos, su vida desde su mirada más actual?
¿Te gusta recordar? –fue nuestro eslogan.
Al igual que cada cerebro y cada mente y cada memoria eran únicas en sí, también los clientes; por lo que habilitamos un filtro de perfiles, y cotejamos que a nuestras puertas llamaban sobre todo personas que habían cumplido el medio siglo de vida (un formato ya complejo y barroco pero capaz de manejarse en nuestros punteros laboratorios), entre quienes se encontraban, aparte del grueso del común, escritores y artistas, eremitas y grandes estudiosos, muchos narcisistas, ególatras, idiotas, nostálgicos, gentes con problemas de personalidad, y meros curiosos de la neurotecnología y el fenómeno desatado.
¿Te gusta recordar?
Hasta los cincuenta años la demanda resultaba anecdótica, pero a partir de dicha edad se afianzaba. Para nosotros, salvando sus excepciones, los grandes desafíos se centraban en asistir a la geriatría.
De esta manera, en Laboratorios MnemoNTech fuimos un paso más allá y, considerando el estorbo de los malos recuerdos, dotamos al neurocañón de un extirpador, que, tras borrar el indeseado recuerdo, lo falseaba o cambiaba por escenas de ficción, generalmente importadas de la literatura holocinematográfica. Claro que tales usos, de carácter avanzado, quedaban sujetos a la prescripción médica.
¿Te gusta recordar?
¡Casi nadie se resistía! ¡Casi todo el mundo gustaba de revivirse una y otra vez!
Se pusieron muy de moda las memorias y las autobiografías.
Actualmente –el desafío es chico para nuestros ingenieros–, en Laboratorios MnemoNTech trabajamos en la apertura a terceros de las memorias personales; lo cual no es tarea sencilla, y no me pregunten más porque, de repente, me he quedado en blanco y ya no me acuerdo de nada de nada de nada.
¿Te gusta recordar?
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